Hacía tiempo que el sexo era algo relegado. Los últimos tiempos habían desencadenado a su lado situaciones que, como poco, hacían que su deseo se perdiera entre las cóncavas paredes de su pubis vacío de sensaciones.
Tiempo atrás su cuerpo le regalaba placeres y sus labios se entreabrían entre besos húmedos como su sexo. Un mar de sensaciones mojaba su cama y sus deseos. Y, de pronto, el miedo, el vacío de las palabras y él, lleno de mentira y tedio, la obligaban a replegarse hundida y fría.
Pero el tiempo que inexorable en su caminar observa pasar la vida, le ha vuelto a entregar caricias nuevas.
De nuevo el amor ha anudado el corazón a sus abrazos. Le ha devuelto las ganas y las ansias y cuando el éxtasis la sacude por entero solo oye su agitada respiración que remueve sus entrañas impregnando sus sábanas blancas.
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