Debería estar ya durmiendo, pero algo me retiene pegada a la página en blanco de la noche.
En el exterior de mi cálida habitación, el viento suena huracanado y es cuando la soledad se vuelve compañía entre mi calma y la furia de fuera.
La lluvia va cayendo y sus lamentos al encontrarse desviada por la fuerza que la empuja, son como los pensamientos que pugnan por salir y ser eco de mis ansias. Pero es la letra, silenciosa y cauta, la que se asoma tímida a las ventanas abiertas de mis manos que esparcen sigilosas las huellas de palabras que no se hablan.
Pero ahora, en este preciso instante, cuando ruge con rabia la oscuridad, voy a dejar que el sueño me cobije y se haga mariposas que revoloteen silenciosas junto a mi almohada.
Pero ahora, en este preciso instante, cuando ruge con rabia la oscuridad, voy a dejar que el sueño me cobije y se haga mariposas que revoloteen silenciosas junto a mi almohada.
El exterior se ha vestido de negro y convierte a la noche en ruidosa y fría.
A lo lejos, las ventanas reflejan la vida que aún no duerme, aunque pronto se irán cerrando y la oscuridad habrá llegado cuando el sueño apague las luces.
En la almohada quedarán atrapados los pensamientos del día cuando los colores oníricos vistan de fantasías mis quimeras y yo podré ser Ninfa o Rosa, Caballo o Estrella, Mujer o Viento...Podrán ser los ojos y las manos mariposas y quizás los dedos se vuelvan alas y mis labios queden abiertos buscando un beso en el vacío de la alcoba.
Quizás al amanecer todo se cuaje de imposibles y palabras rotas, cuando las sombras de la búsqueda me acechen apostadas en las esquinas de mi cama, o, es posible que sea mi risa la que me arrope y esconda las tristezas que surgirán con la mañana, pero...
Es la noche quien me hace suya llenándome de sueños que ponen en mis ojos y en mis manos mariposas.
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