La noche se agazapa tras las manecillas del reloj que, frente a mi, marcan la hora en que comienza un nuevo día.
Es temprano, pero tarde para mi que ya debo irme a dormir.
A soñar.
A soñar.
La lluvia ha sido de nuevo la visitante asidua del bosque que ha ido llenando de gotas frías todo lo que ha quedado bajo su dominio, y sigue soberana en la madrugada que no se escapa de su posesiva presencia. Es la lluvia la que va formando charcos donde se reflejan las sombras que esperan a la mañana, y ríos que se desbordan ante el empuje de sus lágrimas.
Ahora, voy a sucumbir al embrujo de la fuerza oscura que no ha amanecido al nuevo día.
Porque yo aún no he dormido la noche.
La cercanía del Bosque de Noah, me ha permitido divisar la estampa que nos regala el entorno mágico de la Naturaleza.
La cercanía del Bosque de Noah, me ha permitido divisar la estampa que nos regala el entorno mágico de la Naturaleza.
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