viernes, 26 de marzo de 2010

...Y YO, CON ESTOS PELOS.


Llega la semana santa. Las calles están bajo el bullicio de la preparación de estos días donde, en mi entorno, se mezcla lo sagrado y lo profano. Pero aún no toca el recogimiento o el descanso que una Semana de Pasión va a ofrecernos. Que, por otro lado, y como su nombre indica, bien podríamos dedicarnos todos, sin excepción, a la pasión...Porque la otra, la de estos preparativos, a mi entender, no debería conmemorarse...al menos, como yo la observo vivirse desde mi bosque. Pero eso lo dejo para otra reflexión...Ahora toca un poco de guasa con las personas que inundan estos días, más de lo ordinario, los salones de belleza y peluquería...¡Pero, digo yo: ¿y para qué estarán tan afanadas en los tintes y cortes, si se supone que se van a poner el capuz...?

La de consultas llenas que habrá en psicología diciendo: Mire, doctor, yo tenía una cabeza bien amueblada, pero quise arreglarla un poco más y entré donde un letrero decía: cortado, marcado, secado y ahuecado, 6 € y luego, tuve que poner la nómina en caución. Me frieron el pelo, las mechas parecían chicle, el cuero cabelludo me tocaba las palmas... el traje negro que estrené para la boda de mi primo, brillaba como cumbre nevada por la caspa, y estoy sin salir a la calle con la cabeza alta un mes. Me he gastado una pasta en gafas a lo folklórica, -bien grandes para pasar desapercibida-, otro día me salté la uña del dedo gordo al salir pitando para que mi ex novio no me viera y se alegrara de como me iban las cosas...en fin, que un día aciago lo tiene cualquiera...¡¡¡y yo con estos pelos¡¡¡

Los hay que no tienen un pelo de tonto, si, pero si el tonto es el peluquero la cosa ya pone los pelos de punta...o como escarpias.

Yo lo tengo crudo en la peluquería. Como tengo el pelo rizado, mucho cuidadín con dejar los rizos en manos de cualquiera. Las veces que he intentado alisarlo, me ha dado tortícolis después de salir de la peluquería...¡¡¡ayyy¡¡, señor de los peines¡¡¡ Las peluqueras no ven pendientes, ni tienen cuidado para no vapulearte el cuello y volverte le cabeza del revés como la niña del exorcista...Tampoco son comedidos en eso de pasar el cepillo, más bien nos pasan el rastrillo, como si quisieran sembrar algo entre mechón y mechón. Luego, te acercan tanto el secador a la raíz para dejar bien liso el rizo que se sufren quemaduras del cuero cabelludo que te están picando hasta el próximo chamusqueo.

¿Te pongo laca?...-¡No, por dios, está bien así, que tengo los ojos muy sensibles y luego se me quedan "escocios" y puedo salir dando trompicones¡¡.


-Necesitas un retoque en el tinte,...¡¡calla, calla¡¡, no quiero salir a la calle con una diadema de oreja a oreja de color de la avellana, o rojo frambuesa... mejor me compro uno en la tienda de la esquina y me doy suavemente con el pincel, luego con un algodoncito retiro alguna marca grabada en mi piel, pero seguro que nadie, nadie, nota que ya peino canas...


Por otro lado, cortar algo el pelo, sí, pero ¿una poda?. ¿Acaso tengo que llevar un metro para que los centímetros sean lo que son...¿rellenarán cojines los peluqueros con nuestro pelo que menuda afición a dejarnos como sin los piojos hubieran anidado en nuestras sufridas cabecitas?...¿Darán comisión los de la venta de tijeras?...¡pero oiga, que entiende Vd. por cortarme las puntas…¡¡que eso es lo único que me ha dejado,... ¡¡jjjoooeeerrrr¿ y ahora qué, eh?...Mire, dígame la cuenta que no quiero dar un espectáculo, salir sin pagarle y pedirle daños y perjuicios….Yo traía pelo y me voy tirándome de los pocos que me quedan.







2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Se ha despachado usted agusto con las peluqueras..., je, je,.
Me ha gustado el estilo y el cachondeo, Lara. Yo poco rato paso en la "pelu", cuando terminan de pasarme la maquinilla al 2, lo que queda en el suelo es la misma cantidad de pelo que plumas de un colibrí con tiña. A veces me dicen... ¿te hago las cejas?, bueno pues si, así estoy un rato mas aquí sentado en este mullido sillón.
Finalmente pago y me conformo con lo que tengo..., eso si, las patillas no me las acorta ni la Inquisició...., por aquello de la Semana Santa..., por cierto, yo tambien me quedo con la pasión..., aunque desde bien niño sentia miedo y fascinación por los capirotes morados.
Un besete Lara.

Mª Carmen Callado. dijo...

jajaja, Bicipalo, mira que tengo una hermana y una prima peluqueras, pero ciertos días entre las manos de algunas "manostijeras" me dieron para este relato, del que tampoco las peluqueras se deberán mosquear...pues no son todas las que están...pero al menos a mí, que me gusta menos la peluquería que a mi gata el agua, me pasa un poco eso cada vez que voy...
Bueno, los capirotes ciertamente que de pequeños daban algo de yuyu...yo siempre los vi como personas que se tapaban para que no se les reconociera..ya ves, ¡¡como fantasmicas¡¡..jajaja.
Un besico.

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