domingo, 14 de febrero de 2010

SAN AMOR DE LOS GATOS


Si ayer escribía sobre San Amor para descargar a vuela tecla lo que mi corazón dictaba en relación a la celebración del 14 de febrero, hoy, cuando mi gata duerme sobre mi regazo después de haberse pasado el día en un ir y venir ante los maullidos  de los gatos en celo que  rondan por este nuestro bosque,  sin una gata que llevarse al huerto del placer, y para los que no hay San Valentín que valga, me he dicho para mis adentros, ¡¡¡anda,¡¡ y por qué los gatos no tienen Santo al que achacarle su amor felino?...

A estas horas en las que quizá ya debería prepararme para arrebujarme en los brazos de Morfeo, -por eso de estar enamorada- y cuando desde el exterior el deseo sigue marcando el territorio del dominio de mi queridísima gata, y el mío, claro, que para eso vivimos juntas,  he caído en la cuenta que, o yo lo desconozco, o los gatos enamorados hoy no tienen Santo que los avale aunque también tengan su corazoncito y su deseo carnal...Pero claro, a nadie se le ha ocurrido pensar, digo yo, que los gatos puedan disponer de efectivo para hacerse regalos o invitarse a cenar,  Que no suelen mirar los escaparates porque a buen seguro que saldrían tras ellos con la escoba en alto o les chumberían al perro, O que no ven la televisión.

En fin, triste realidad. Porque reflexionemos:…y lo digo en plural, por si algún despistado se desvía del camino y se adentra en el Bosque Animado, y se anima…O sea, que lee…

¿Por qué los gatos enamorados no tienen un San Valentín de los Gatos?...Pues una sencilla conclusión para mí. Porque los humanos somos unos discriminantes, discriminadores, o qué discriminamos, para decirlo sin discriminación de ningún tipo. Porque somos egoístas y sólo queremos la pompa y el boato para nosotros. Porque pensamos que los gatos no necesitan tener un día para conmemorar que se han enamorado. Y, si no les podemos dar el monedero, deberíamos  hacerles un regalo en este hermoso día. Puede ser un lazo o un cascabel. Un trasportín nuevo con lentejuelas. Un cepillado de pelo en la peluquería gatuna. Un comedero brillante. O unas simples sardinas que puedan compartir en compañía,…Pero que va, pensamos que los gatos no tienen corazón.

En fin, yo concluyo hoy que está amaneciendo en el día en que los enamorados le agradecen a un Santo su enamoramiento, que existe un agravio comparativo entre la humanidad enamorada y el celo felino.

Tendré que escribir al Corte Inglés a ver qué opina de ésto.


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