lunes, 5 de abril de 2010

PASEANDO DE NUEVO.


No es fácil para mí dejar de pasear por el bosque. Hace días que colgué en el armario la ropa liviana tejida de flores y vestí de morado y plata. No, no soy torera. Es el color de la despedida Semana Santa, junto a mi tambor.

Hoy, lunes de mona, es día de volver a salir a respirar el aire fresco de una primavera que suena a música celestial, porque por el azul cuajado de algodón, vuelan libres los pájaros que felices surcan el cielo de la mañana, y llenan de trinos la quietud.  

Las mariposas revolotean y un ave lleva un tiempo sorprendiéndome cuando se posa cada día en el alfeizar de la ventana y picotea el cristal como anunciándome su presencia en el bosque, remontando el vuelo cuando los bigotes gatunos se acercan ante la extrañeza que le debe causar, igual que a mí, verla y oírla llamar. Debo preguntarle a mi amigo de los animales qué clase de ave es porque es una preciosidad pero totalmente desconocida para mí.

La gata mira relajada a través de este espacio abierto por donde se cuela el sol regalándonos la calidez de sus caricias.
Los árboles nos anuncian la gestación de nueva vida entre los verdes brotes, como recreación de la fuerza de la Naturaleza. De esa de la que no me quiero ocultar. En la que quiero recrear mi propia vida.

Y, aquí estoy de nuevo, saludando desde mi mundo entrañable y privado que voy abriendo para que sintáis que no estáis paseando en soledad.

Por eso dejo un beso y  


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