lunes, 23 de julio de 2012

AUNQUE NO ME VEAS.



Pasa el tiempo como si el tiempo fuera un relámpago. Como si ayer fuera hoy, y el mañana se hubiera ido de viaje con la prisa. Pero en este maremágnun en el que se debaten los días, lo que me asalta a la vuelta de mí, es como ves  tú lo que pasa a tu alrededor. Tú, nadie en concreto ni alguien especial. Sino tú, que eres absolutamente importante en este rincón al que diriges una mirada cómplice que se impregna de diversas formas de mirar, aunque no sea lo mismo lo que los ojos ven.
¿Qué escribes hoy? se preguntará el lector...
Y será lo que entienda, la respuesta.
Quizá porque la lectura puede ser absurda o será buena. Es posible que comprensible o difícil en su trato con las palabras. Es quién lee quién  pone más ideas a lo escrito, como el apuntador de Teatro ante una trama interpretable. Eres tú quien pasa por aquí y me mira sin verme; dejando una impronta anclada en el pensamiento silencioso, que analiza y escudriña lo que decir quiero; y aunque no me digas nada, no hace falta, porque en tu in-comprensión ya lo has dicho todo.
Y me llevas  contigo, aunque no quieras, como la huella que dejas grabada  de caminante que se nutre de silencios; los mismos de los que se alimenta el Bosque en tus paseos, aún cuando cierras la puerta tras de ti, llevándote la prisa.



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