jueves, 27 de enero de 2011

EL GENIO DE LA BOTELLA.

La excavadora municipal había trabajado de noche y a la luz de la Luna. El Primer Edil, había dado órdenes de que todo quedara listo para cuando el cortejo nupcial de la pescadera, -a la que iba a casar en las dependencias oficiales- pasara por la calle central, porque, como su responsabilidad le facultaba, quería que sus vecinos no se arrepintieran de haberlo designado, a dedo, para el cargo.


El humo amarillo brotó entre el olor a azufre y, asomándose entre el casquijo, la forma le dijo a quién se afanaba en las tareas de desescombro del solar municipal:


-¡Ah¡, honorable caballero, que limpias con esmero este rincón tan traicionero. Tienes suerte, pues han pasado muchos lustros desde la última vez que un vecino de este pueblo, se encontró con un genio que solía sin mucho tino, repartir tres deseos a quién, sin esmero, le frotara la barriga. Ahora ya se jubiló, por eso descansa en el borde del abismo y soy yo, el Genio de la Botella, Medio Vacía, quién ocupa su lugar.


-Te veo ensimismado en tu tarea, pero como en todos los trabajos al aire libre se fuma, te voy a contar, por si es de tu interés su emulación, lo que un vecino del lugar llamado Pantuflo de la Coliflor, al encontrarse como tú, al Genio de la Botella, entonces Medio Llena, le pidió para su solaz.


- Verás. Este encontró en el desván de su casa una botella medio llena, pero al quitarle el polvo,vio que se movía algo en su interior. Pegó el ojo al cristal y por poco se cae del susto.¡¡Joerr¡¡,que es eso?, -exclamó para sus adentros-. Un humo grisáceo remolineaba dentro, y comenzó a salir por el cuello estrecho del angosto recipiente. Como por arte de birli birloque, una especie de nogmo saltó al suelo. Se fue haciendo más y más grande hasta parecer un homo sapiens erectus vestido de vivos colores, con unos pantalones bombachos y un turbante rojo carmesí. El chaleco dorado le quedaba algo justo, pues una prominente barriga le había saltado los botones dejándole los ojales deshilachados, ya que el tiempo que llevaba en la botella sin dar golpe, y sin dar una alegría a quien se lo encontrara, le estaban dejando las carnes flojas y sebosas del poco ejercicio que hacía.


Le dijo el Genio que, dado a que el trabajo estaba muy mal, que el paro y la crisis estaban acocotando al país, y que todo bien nacido debe ser agradecido, pero no egoísta in extremis, le concedería, en vez de los típicos tres deseos que antaño concedía su primo, el de la Botella Medio Llena, solo uno, pero uno, uno, que, en definitiva, casi valdría por tres.
Cuando Pantuflo de la Coliflor se repuso del susto y dejó de lado el rictus de “no me lo puedo creer”….le asaltó lo que irremediablemente asalta a los que se encuentran un genio en una botella:


-Jo,ji,ja,ju…Voy a aprovecharme de mi suerte suertuda. A conseguir lo que toda mi vida he querido…Y con ello, todas las mujeres que desee las tendré rendidas, a mis pies.


- Y hete aquí, que el genio cumplió con lo que Pantuflo de la Coliflor le pidió…


Cuenta la historia que un día llegó a un bar un tío que le pidió al camarero que le pusiera todo lo que tenía de cocina encima de la barra. El camarero puso casi 50 platos diferentes. El hombre no probó bocado, pero la gallina que llevaba encima de un hombro engulló todo en un santiamén. Volvió a pedir otra ronda y el animal picoteó todo con una rapidez asombrosa y así una tercera vez. El camarero todo mosqueado se dirigió a Pantuflo de la Coliflor.


-Perdone, ya se que no debo ser indiscreto, pero, ¿puede decirme por qué lleva esa gallina encima y que se come todo en un quitamestaspajas?


-Ay, que tragedia la mía, no te lo vas a creer, pero un día me encontré una Botella Medio Llena de la que salió un Genio y le pedí un sólo deseo, y éste me lo concedió y mira como me veo-

-Pero, no entiendo, ¿Qué fue lo que le pidió y qué tiene que ver con este animal?, repuso el camarero que ya le olía la cosa a chamusquina.


-¡¡Ay,j’omio¡. Le pedí una polla insaciable.


 

domingo, 9 de enero de 2011

SIEMPRE AMANECE.

Un sonido celestial le arropaba su sueño. La recia lluvia golpeaba las ventanas que, enfrentadas al espacio exterior dejaban pasar a través de los cristales inundados de gotas de agua, la vida que en gris se arremolinaba frente a sus ojos.

Levantó la mirada al encapotado cielo y una oscura nube había adoptado la forma de sus sueños. Ella, menuda y bella, sonreía, y con la mano en la boca le daba de nuevo los besos que se perdieron para siempre una fría tarde de diciembre.

El sol quería imponer su soberana presencia, y su boca le imploraba en silencio para que, con su calor, apareciera cuanto antes y se llevara la humedad de sus ojos y el frío de sus huesos.
Era aún muy temprano. A Felicia le gustaba levantarse nada más despertar a un nuevo día, porque siempre pensó que dormir más horas de las necesarias, era robarle vida a la vida.

Mientras se desperezaba frente a la cafetera, sonó el teléfono que, a tan temprana hora, le aceleró el corazón porque las malas noticias siempre madrugan. Pero la voz cálida, dulce, inconfundible con el timbre melódico de siempre, le cambió el rictus de tristeza por el de sorpresa.

- ¿Como estás, preciosa? -

Felicia se atusaba el pelo como si, tras el auricular, le pudieran descubrir que se había levantado de la cama con el pelo en disputa.

- ¡Hola, pero…qué alegría…¿Cómo estás, corazón?

-Vivo, que no es poco –

-Vaya, pues lo que menos esperaba esta mañana era esta agradable sorpresa ¿Qué te ha pasado…De pronto desapareciste. Dejaste de llamar. De caminar por la calle con tus pasos lentos e inseguros. Con el miedo entre la piel y la esperanza cogida de tu mano buena. Esperándome en la puerta de tu casa. Llamándome con tu necesidad de reflejarte por un instante en mis ojos de ayer, aquellos que siempre te miraban con ternura, y respeto…con amor.

-No estoy bien, ya lo sabes. Nada es igual desde que no puedo caminar. Desde aquel fatídico día en que el ictus cerebral me robó la libertad. Yo, te perdí mucho antes, pero sano podía intentar recuperarte en cualquier momento, por si tú querías...Sí, difícil lo tendría, lo sé. Pero así, que voy a esperar, sino tu amor en el recuerdo. Pero si supieras lo que me sirve recordarte.
Estoy encerrado en las paredes del espacio. Qué ironías del destino…Mi mala salud de hierro, me ha quitado, por completo, la posibilidad de seguir caminando hacia la meta. Aquella que tú siempre decías necesitaba marcar para no perderme por el camino imaginario. Los sueños no son suficientes, decías. Todo se puede conseguir, si se desea hacerlo realidad. Soñar está bien, pero dejar de soñar, está mejor… Nunca te entendí, y ahora lo veo tan claro, como oscuro está mi horizonte.

- Bueno, supongo que no me has llamado después de…¿cuánto tiempo, meses…años?, para lamentarte de tu suerte…De lo que pudo haber sido. De…

- No, sólo te he llamado para oírte de nuevo. Una vez más. Para recordar tu voz. Y para decirte, que lo has conseguido. Todo, absolutamente de mí. Ya no estoy solo. Mejor dicho; no me siento solo. No quiero morir. No quiero perderme en aquellos sinsabores que me hicieron lo que fui. Ya no soy dudas, ni miedo, ni desamparo…Aún soy aquel que vive de sueños, pero que ha conseguido una realidad. La de aceptarme como soy, con lo que la vida ha querido que sea…Y con tu recuerdo, por siempre, hasta el último aliento. A ti te debo el hombre que soy.

Felicia no quería llorar. No podía sino mirar hacia adelante mientras la voz le arrastraba hacia atrás. Pero ahora pensaba, mientras respiraba hondo para dejar salir del pecho la emoción que le hacía daño mientras la abrazaba, que se reafirmaba en lo que ella siempre creyó. Antes o después sale el sol. No importa lo nublado que amanezca. Las formas que adopten las nubes. El frío que cala los huesos. Los surcos que dibujan las lágrimas. Las piedras coladas en los zapatos.

El le pidió un beso.

Ella le dio también un abrazo.

El teléfono guardó como siempre, el secreto.

 

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