jueves, 29 de abril de 2010

CUENTOS REVUELTOS.


Ea, a mí me da de vez en cuando por revolver los cuentos. O sea, adaptaciones de esas que yo llamo para recordarnos que pasan los años y se nos olvida que fuimos niños. Por tanto, hago con ellos lo que me sale de la bola...Todo sea por que no se nos olvide lo esencial...reírse aunque sea de uno mismo...Y, a la vez, buscarle la vuelta a la crisis...al menos pasar por aquí a entretenerse un rato, no cuesta un huevo...

Aquí pues, dejo la mezcla de dos de los cuentos más cuentistas de la historia: La cigarra y la hormiga con la gallina de los huevos de oro...

Que los huevos, digo, los cuentos revueltos, os gusten...

Érase una vez una gallina de lo más huevona. Siempre con el culo en pompa.  Cacareando y paseando su cresta sin peineta, sin dar un palo al agua. Un poco utilizando eso de “que a mí me las traigan todas”…
A la izquierda del gallinero  vivía una cigarra que sólo cantaba y se limaba las uñas, y, dos corrales más abajo, una hormiga de lo más curranta que se pasaba el verano llevándose las migas que a los críos les birlaba del bocadillo en vistas del invierno. 

Un día, el dueño de la gallina vio que ésta tenía un culo agradecido, pues los huevos que ponía creyó que eran de oro, -o purpurina-, que nunca se sabe. Ya que había oído en el mercado que, con eso de la crisis, los huevos estaban a precio de oro,  Y dijo: -¡"pondió" que suerte tengo¡, a ésta le rebano yo el pescuezo, le saco la mina de dentro y me hago con el oro rápido,  así me ahorro darle el panizo que se come, y podré tumbarme a la bartola y que trabaje Rita, la cantaora.

Una mañana, la cigarra iba cabizbaja y meditabunda. Las tripas eran lo único que ya cantaban porque hacía semanas que no tenía un brusco que llevarse a la boca. 

Llamó casa de la hormiga y le dijo:-hormiguita, dame algo para comer que tengo un cante jondo dentro de mí, el estómago tiene un baile y mis tripas le hacen palmas-. La hormiga le contestó: -¡quiá, ni hablar¡, te has pasado el verano destrozándonos con tus cantos y mientras yo, deslomándome para conseguir comida para todo el año, y no te doy ná de ná. Vete casa de la gallina que tengo entendido que el muy tunante del dueño le ha estirado el gaznate para sacarle no se qué oro de los huevos, y, aunque sea la cresta, algo podrá darte el tocahuevos ese-. 

Así lo hizo, pero nadie respondió.  Se asomó a la ventana y vio a la gallina despanzurrá encima de una mesa y, el dueño, todo avaricia, se daba cabezazos en la pared y deliraba. Gritaba  que,  si quería los huevos para venderlos y comprarse un tractor amarillo. Que, si a su suegra le daría para que se afeitara el bigote...que, …Sólo oía la cigarra los lamentos del egoísmo y sus tripas de acompañamiento.


MORALEJA: Conformémonos con lo que tengamos. Trabajemos para poder vivir y vivamos sin tocarle los huevos al vecino……..Bueno, y si se los tocamos, que sea con buena intención… 

Que me disculpen este atrevimiento los verdaderos creadores de cuentos...¿vale?...Y que no se enteren los críos...que no quiero firmar autógrafos, todavía.












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