jueves, 11 de marzo de 2010

HASTA MAÑANA.

Te dejo. No es porque no quiera hacerte compañía, sino porque la noche se ha hecho extensa desde que las persianas me aislaron de la luz extenuada del sol.

El día me ha presentado prisas nuevas y ahora los ojos reclaman oscuridad. Las pestañas quieren desprenderse del peso de las miradas escudriñadoras que van recorriendo historias silenciosas, pero llenas de barullo y vida en su interior.  

Tras el papel y el cristal, se abren tantos mundos como palabras pueden escribirse. Me fascinas las páginas abiertas donde el pensamiento se hace eco y voz sin que eleven su tono. Y la magia de las  vivencias contadas al silencio, me hacen desear que la noche duplique sus horas y que el día alargue sus manos para seguir recibiendo sentimientos y promesas de desconocidos que acarician desde su mutismo mi corazón.

Pero yo, ahora, voy a dejarte. No te dejo a solas.  Aquí hay seres que nunca duermen y siempre hay una luz encendida que indica que puedes entrar y mirar.  E incluso quedarte a descansar si el día te ha sido duro.  Al fondo hay un diván.

Tienes mi mundo, y es tuyo. 

Recuerda que has entrado a este lugar. 



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