lunes, 8 de marzo de 2010

UN DÍA COMO OTRO.

http://www.youtube.com/watch?v=LN5rDYgatis

Soy mujer y orgullosa de serlo. Pero el 8 de Marzo no es mi día ni quiero formar parte de ninguna Semana de la Mujer. 

Quizá las mujeres que puedan leerme pensarán que soy una descastada. Una mujer que no apoya las buenas y justas causas. Una mujer que no lucha por sus derechos ni le importan los ajenos y, peor aún; que no le afecta lo que muchas mujeres sufren día a día para hacerse valer. Que no se estremece ante el hambre que aún se produce  a su lado, ni ante los golpes de la sinrazón

Nada de eso me haría justicia.

Soy Mujer, Luchadora, y encantada con mi condición.

Pero no me gustan las celebraciones cuando el brindis sea elevar la voz para que me oigan.
No me gusta que nadie cree días para que yo me sienta identificada ni arropada. Pues si alguna vez necesitara abrigo no podría taparme sólo con las bocas que reclaman oportunidades ni derechos.
No quiero que un día en el calendario me siga recordando que la Mujer sigue denostada en muchas ocasiones, y que no tiene aún la puerta abierta de la entera Libertad.
No quiero celebrar el día de la Mujer Trabajadora, porque yo trabajo desde hace muchos años, poniendo alma, corazón y vida en cada jornada, y nadie me felicita en mi trabajo por mi trabajo.

Yo sé que la lucha ha dado sus frutos. Que se ha conseguido todo lo que tenemos a fuerza de que la Mujer se presente ante el rechazo como lo que es: Luchadora. Fuerte. Independiente. Responsable…  Que haya demostrado con hechos que puede tanto, o más, que el sexo contrario. Que poco a poco, y gracias a la evolución de los tiempos y de la cultura del ser humano, es una más a tener en cuenta en la civilización del progreso y se le ha ido dando el sitio que le corresponde.

Pero no me gusta celebrar el Día Internacional de la Mujer,  ahora  solo  denominado así, porque lo de Trabajadora ya sólo es recuerdo, porque mal vamos mientras haya que salir a la calle a conmemorar que un día al año nos pueden felicitar por poder demostrar que somos importantes. Necesarias.

Quizá es un contrasentido lo que pienso y una irresponsabilidad escribirlo. Quizá si que haya que conmemorar que nuestras antepasadas consiguieron tras su lucha, que se reconocieran sus derechos aún muriendo por ello. Que hayamos heredado, gracias al esfuerzo  que un 8 de marzo comenzaron unas mujeres, la estima y la consideración suficiente para que no tengamos que elevar la voz ni dibujar pancartas para demostrar que podemos lo que queremos.

Por eso lo único que yo saldría a celebrar es que ya no hay nada que celebrar porque todo está conseguido.
Y, como escribió Gioconda Belli...
Y Dios me hizo mujer, 
de pelo largo, ojos,
nariz y boca de mujer. 
Con curvas
 y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas. 
Compuso mi sangre

y me inyectó con ella
para que irrigara todo mi cuerpo; 
nacieron así las ideas,

los sueños, el instinto. 
Todo lo que creó suavemente

a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas
que me hacen mujer todos los días

por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas 
y bendigo mi sexo.






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