martes, 2 de marzo de 2010

CARTA A UNA NIÑA BUENA.


El tiempo te enseñará que la vida es lo que nosotros hacemos de ella.  Aunque a veces  nos ponga pruebas en el camino. Porque  conocedora de nuestras limitaciones, quiere que aprendamos qué sendero debemos seguir, y cómo nos debemos conducir  por él para llegar sin desviarnos.

Verás.

Yo era joven como tú, cuando un día, alguien más joven todavía, decidió comportarse conmigo como si la juventud se le hubiera perdido de repente y actúo como  un ser  a quién se le  hubiera endurecido el corazón con el peso de los años. Y, lo peor, como alguien sobrado de si mismo. Como si desde su fortaleza, pudiera dominar a los vasallos.
 ¡Pobre¡, no sabía que la vida es un boomerang: todo lo que haces vuelve a ti. Bueno o malo…Todo vuelve a ti…

Hay humanos que no saben que lo son. Porque se comportan como máquinas de aniquilar. Pero tarde o temprano, se encontrarán perdidos, sin retorno. Pues siguen el camino que no ha sido señalado para caminar. Y el poder es limitado.

Por qué te digo todo esto: sencillo chiquilla. Porque eres mi amiga y porque te quiero un montón. Porque soy como esa madre profesional que de vez en cuando me dices. Y, porque sé que tú también me quieres.

Por eso te escribo esta carta y la dejo en el tronco del árbol que hay junto al Templete de la Música que sé que es tu lugar preferido. Allí sé que la encontrarás, y leerás atentamente…Como haces siempre. Porque poniendo atención es como mejor podemos comprender las cosas…Si ya te lo digo muchas veces…
Y, porque quiero recordarte que lo mejor que puedes ser, es ser como eres. Buena gente. Y responsable con tus actos…
Nunca te dejes aconsejar…Solo guiar…Pues los mejores consejos son los que dentro de ti consigas encontrar.

Sé que ahora tienes miedo. Que la noche lluviosa es el preludio de lágrimas que de vez en cuando quieren aflorar, pero no les dejas…No importa si al final  fluyen…Sólo serán eso: lágrimas. Y quizá mañana, cuando despiertes te encuentres mejor. Porque habrás soltado el lastre de la tensión y la duda. Y, porque llorar, sólo te demostrará tu tremenda humanidad.

Pero la vida, es lo que tiene: Cuanto más hagas, más tendrás que seguir haciendo… Es su Ley y la aplica con equidad…¿Me entiendes, chiquilla?

Quizá hoy tendrás que pasar la noche en blanco. No importa,  si con el día consigues que brille la verdad. Esa verdad que tú no sabes ocultar.

Sabes?... Yo algunas veces  aún me despisto por el camino…Pero cada vez menos. Pues ya me aprendí el sitio mejor por el que pasar. Sin dar rodeos. Pues la mejor forma de llegar  es hacerlo en línea recta. A veces los atajos ayudan, pero no son el camino…Son sólo eso: atajos…

Sigue recto…Y, cuando sientas la tentación de desviarte…no te hagas caso…sigue recto.

Esto es una verdad. Pero también puede ser una Metáfora. Tú tendrás que saber qué quieres encontrar.

Vaya,¡¡ quizá no te debería escribir esto ahora,  porque sé que no tendrás  la cabeza para elucubraciones…Pero sé que esperas que te escriba y no se me ocurre otra forma mejor en este momento que decirte que esta noche  además  pediré un  buen deseo para ti.

Y porque sé que cada vez que pasees por el Bosque en busca de tranquilidad y leas esta carta de nuevo, te reconfortará.

Recuerda: Lo que se hace con el corazón, no puede perderlo la razón.

Duerme bien, chiquilla.
Mañana será otro día…simplemente.

NOTICIAS DE LA TIERRA.

En días como hoy.
La modulada voz me hace abrir los ojos y subir las persianas.
La gata me regala el primer maullido aniñado  y la jornada comienza al mismo tiempo que la bruma del sueño desaparece dejando una estela onírica en la almohada.

La radio, ese mágico mundo de figuras imaginadas con voces timbradas y suaves, comienza a desperezarme con noticias que no han dormido la noche.

La tierra tiembla. Se parte en dos y engulle la vida.

El sonido estremece el despertar envuelto en la cotidianidad de la tragedia. Durante mi sueño, el mundo no ha sucumbido a los encantos de Morfeo. Ha sido testigo de los embistes de la Naturaleza que pone miedo a las lágrimas y tiñe de negro la esperanza.  Del llanto de los niños y el lamento del viento.

¿Que es de ti, Tierra? ¿Cuánto dolor te hemos infringido para que te defiendas y nos entregues al lodo de la hecatombe?...

En días como hoy.

Gritan las conciencias mientras me informa la voz desde las ondas.

Mucho hacemos mal, me digo sin hablar, mientras el agua caliente me reconforta y el aroma del jabón se presenta entre espuma blanca. 

¿Como podemos evitarlo?

La toalla seca la pregunta y mi cuerpo agradece al Dios de la Vida que el tiempo fuera no sea de luto. Que la calle permanezca entera y los pinos conserven la Procesionaria mientras la Ardilla come piñones. Que los gatos de colores ronden a mi gata. Que la chimenea emita el humo del pan horneado. Que, un día más, cautelosa pise la calle donde comienza el bullicio aunque las caras vistan legañas de noches dudosas y se perfumen los cuerpos con el aroma de la duda.

En días como hoy.

Y, mientras las noticias siguen aterrando la vida…Aún queda mucho por hacer… Y quizá la Tierra, tarde o temprano nos haga entender que ella, Madre Tierra, nunca quiso lo que nos entrega.


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