martes, 24 de noviembre de 2009

LA ARDILLA








































Pese a lo avanzado del calendario, el sol aún calienta los lugares más fríos del bosque. A través de la ventana abierta al exterior, puedo disfrutar de los cambios de colores que me regala el otoño. Y esta mañana he vuelto a ver a la ardilla que siempre merodeó por el pino piñonero frente a mi ventana y que un buen día dejó de pasear con su rapidez acostumbrada quedándome un recuerdo perenne como hoja de árbol en mi memoria. Hoy, cuando he salido al bosque en el que paso tanto tiempo, de pronto una alegría inesperada ha salpicado de sonrisa mi despertar algo dolorido, porque al amanecer algunos huesos sin darme una explicación convincente han ido martilleando mi sueño hasta hacerme despertar. He observado atentamente la rapidez de la ardilla por la barandilla que me separa de las piedras entre las que aún corren las lagartijas por raro que parezca. Ha saltado como saltimbanqui en día de circo de rama en rama y con una destreza increíble unas diminutas manos arrancan el fruto que han ido a buscar y cuyos dientes como de sierra, parten en dos de un solo intento la dura concha que los separa del fruto dulce y tierno de un piñón, que les alimenta. Mientras mi dolor iba desapareciendo con la misma rapidez que el piñón de su envoltorio, miraba sin cesar a la ardilla que, de vuelta a casa, me ha recordado lo traicionero a veces de los afectos. Pues sin ellos no podemos vivir bien, pero con ellos, muchas veces, tampoco. Una ardilla hoy, me ha hecho recordar que no importa a quienes nos encontremos en el camino, pues si en él encontramos el amor, la amistad, la complicidad, cuando ellos no están la nostalgia es quien sin avisar, se instala en nuestro corazón haciéndonos compañía. Yo he echado tanto de menos a la ardilla que diariamente me hacía reír al verla con la rapidez con que se procuraba su alimento, como echo de menos a esos seres que se buscan la vida, lejos de mi. Esos seres que quiero y que querré mientras viva, y a otros a los que sigo queriendo aunque estén muertos. Pues hay días que parece que siguen por aquí, por el Bosque, alargando una mano hacia la mía aunque yo no la vea.
Hoy la ardilla ha vuelto de nuevo, porque en realidad nunca se fue del todo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

VENUS LITERATA


Miau, mauuu… Aprovecho que mi ama me ha dejado sola un momento en su despacho y me subo a la cómoda silla en la que pasa mucho tiempo escribiendo cosas . Ella no sabe que puedo leer, por eso cuando escribe me deja estar mirando sin parar a la pantalla de su ordenador o a los papeles que tiene por este lar y que yo me sé de memoria.

Tengo las almohadillas de mis manos en las teclas de su ordenador, y voy paseándome por las letras guardadas que tanto dicen. Sobre mí ha escrito algunas cosas y yo agradezco desde mi mundo felino estar con ella.


Sí, estoy muy contenta de vivir con esta humana mía.

Claro, que eso tiene su inconveniente, ¡porque no puedo ni echarme novio¡.

Ella dice que estos gatos que rondan por el jardín de nuestra nueva casa y marcan su territorio poniéndole perdidas la puerta de la calle y las ventanas, están buscándome en los momentos de celo gatuno, y que no piensa dejarme salir…que luego la lleno de gaticos y ella no podría separarse de ellos y no es cuestión de tener más… ¡¡jooo¡¡ Ella, para “esos días”, me da unas pastillas que cada vez me trago peor…

En fin, este es mi sino de gata casera.
Es verdad que vivo cómodamente, y cuando el celo se pasa, agradezco no estar vagabundeando por las calles ni de tejado en tejado, que eso también es malo.

Siempre hay que tener un hogar y vivir seguros.
Mi ama dice que todo no se puede tener en esta vida, ni en la gatuna….Que, el precio de no mojarse cuando llueve, ni perecer de frío y ver qué se encuentra una por ahí para llevarse al galillo, es de ser una felina privilegiada, y a algo hay que renunciar.

Paso mi tiempo dormitando y aposentándome donde me apetece. Esta casa es muy grande. Tenemos un jardín precioso, al que me temo que nunca visitaré si no es a través del cristal.
Cuando miro por las ventanas, a las que ya me he acostumbrado, veo a muchos de pájaros de un sitio para otro y a palomas que yo sé que no son mensajeras, pero lo parecen.
Hay un pino enorme frente a mí y una ardilla sube frenéticamente por él y lo va despoblando de sus piñas piñoneras. ¡Qué rapidez lleva la tía¡….Si pudiera le daría unos zarpacillos en su cocorota, por dejarnos todo hecho un asco de cáscaras.
Al poco de venir a esta casa, casi me estampo….No había yo visto aún lo que la naturaleza nos brindaba y por poco me rompo el hocico queriendo ir tras los pájaros y la ardilla. ¡¡Hasta un bigote me dejé en el empeño….¡¡¡joernreerrr¡ que topetazo¡¡.

Ahora ya sé por qué mi ama no me deja salir ni al jardín. Sabe que saldré pitando tras estos visitadores en libertad y que yo perderé la mía de gata hogareña porque puedo no volver tras el intento. Creo que no sabría regresar. Ahí afuera se debe estar bien, pero dentro vivo como la reina del mambo gatuno, y no quiero arriesgarme. ¡¡Aunque, por Bastet, que intento salirme cada vez que veo la puerta abierta¡¡.

Bueno, a lo que venía….
Deciros que me gusta mucho leeros en silencio desde mis ojos de pupilas cambiantes y aunque a lamidos quisiera borrar mis huellas en la pantalla de este aparato que tiene unos peces de colores nadando por ella, mi ama sabe de mis arrebatos literarios porque no puedo evitar que mis zarpicas impresas me delaten, ni los pelos de tres colores se queden como marcando las palabras en sus teclas.


Yo miro a mi ama mientras escribe y le hago muchas preguntas, porque que lo sepáis: las gatas hablamos mucho. Cuando descifráis nuestros maullidos, es cuando podemos entendernos.
Ella ya lo ha hecho, por eso siempre me quedaré con ella, y aunque se deje la puerta abierta, nunca me iré, porque las dos sabemos que como en la casa de una no se está en ninguna parte.


Miau, miau.











miércoles, 4 de noviembre de 2009

1 DE NOVIEMBRE












Una amiga virtual y buena escritora, opinaba en un foro de literatura sobre lo que el día 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, se estaba convirtiendo entre fiestas de Hallowen con sus brujas y las calabazas por doquier. Piensa que ya todo está dando paso a un motivo más para disfrazarnos y que casi nada tiene ya que ver la celebración del día de difuntos de antaño con lo que se vive y conmemora en la actualidad.

Yo le contestaba esto, porque en realidad, también es lo que pienso, pero que quizá es algo que tenemos que hacer porque, en definitiva, el dolor de la muerte es demasiado duro como para no ponerle un poco de dulzor disfrazado.


EL MUERTO AL HOYO Y EL VIVO AL BOLLO.

Me he visto desde tus letras al lado de los gitanos poniendo las flores el pasado viernes a mi ser más querido y recordado: mi abuela.
Es cierto lo que describes. Del sentimiento y recuerdo que se vive entre los pasillos rodeados de encerrada muerte. Pero la vida, la de las flores que yo no comparto que sean llevadas en ramos que nunca antes fueron entregados al difunto cuando vivía, me hacen ver, entre las silenciosas lápidas, que el crisantemo es el que busca el lugar que le van quitando las flores de otros eventos. Pues las rosas, los gladiolos, los claveles de regalos y celebraciones, van robando el protagonismo a las flores de los muertos. Al igual que las calabazas y las brujas le van quitando su sitio a las castañas asadas y los boniatos junto al televisor y el Tenorio.
Tenemos demasiada facilidad para el disfraz. Lo mismo nos da el propio que el importado. La cuestión es vestirnos de cualquier cosa menos de lo que, en realidad, somos. Quizá sea porque fuera de nosotros mismos las cosas no son tan reales como quisiéramos. Todo viene disfrazado. Todo se compra con papel de envolver.

A la muerte, el día 1 de noviembre la vestimos del color de las flores y la iluminamos con mariposas encendidas. La rociamos con el aroma de un recuerdo que solo tiene el olor de un día. Y, después de esta celebración, la mayoría de las veces, muchas y más de las que nos gustaría, tendremos que observar como "el muerto al hoyo y el vivo al bollo".. es, en definitiva, la mayor realidad. Y para olvidar que no es la muerte la que nos deja sin vida, sino que es la vida la que nos deja heridos de muerte cada vez que alguien querido se va. Y por eso quizá se inventaron los dulces y el disfraz.

domingo, 1 de noviembre de 2009

SUEÑOS





























La cama, en soledad, hay que abandonarla cuando el acto de dormir ha cumplido su tiempo y se ha marchado dando paso a la vigilia. La vida late inexorable y, a veces, perderse un amanecer es restar al calendario vital un tiempo que no volverá. Otras veces, el sueño, ese reparador compañero, llena de fantasías las horas que en ocasiones consideramos perdidas. En las que los sentidos adormecidos dan paso a los sueños. A las esperanzas que, calladas, pugnan por hacerse voz y movimiento.

Hoy ,al amanecer, el sol ha teñido de naranja el azul mortecino del cielo y, cuando los ojos al despertar lo primero que han visto ha sido su luz, han sentido, una vez más, la vida comenzar de nuevo: al día que se ha zafado de la noche y comienza a pedir cuentas a lo que, en momentos de inconsciencia onírica han vivido porque han soñado con el amor que, callado, pide ya, sin alzar la voz, sensaciones nuevas.
Han visto, al abrir tus cerrados ojos, que tenían reflejado en sus pupilas, mi boca que se acercaba solícita a la tuya, y han sentido, de nuevo, estallar en silentes quejidos el mar de espuma blanca que, con furia, llega a la orilla de suave arena, donde ya, ni siquiera el agua que borra las huellas, puede arrastrar el peso de dos cuerpos atrapados y que, exhaustos, vuelven a dormir para soñar de nuevo.

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